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Origen y fama del cóctel

En las últimas décadas es más habitual beberse un cóctel que una bebida alcohólica fuerte seca, “on the rocks”. La coctelería se ha convertido en un arte y existen numerosos expertos que estudian durante años para crear auténticas maravillas capaces de exaltar nuestros sentidos. El cóctel se ha convertido en un lujo al alcance de unos pocos pero, ¿sabes cuál es su origen?

¿Qué significa la palabra cóctel?

Un cóctel es una mezcla de varias bebidas, que pueden ser alcohólicas o no. Normalmente se compone por una bebida fermentada o destilada, como la ginebra o el ron, y una bebida gaseosa, jarabe o zumo. Su origen se retoma al siglo XVIII en Inglaterra y Estados Unidos pero, la popularidad le llega en los años 20 con la Ley Seca.

En cuanto a su nombre, la teoría más aceptada es que la palabra inglesa cocktail proviene de la contracción de las palabras en inglés “Cock’s tail” que significa “cola de gallo”. La cola de gallo es una raíz procedente de una planta local mexicana. Fue allí, en México, donde empezaron a utilizarla para realizar las mezclas, evitando así el mal olor de los utensilios de metal.

Arte en todo su esplendor

Si quieres irte a la mejor coctelería de tu ciudad para degustar un cóctel, ¡perfecto! Pero ten en cuenta que también puedes atreverte a realizar tus propias creaciones y ¡disfrutarlas! Lo primero que debes hacer es adquirir un kit básico de herramientas de coctelería. Los utensilios indispensables son: un vaso de medida, un agitador, un colador y una cuchara.

Ahora busca una buena base para tu bebida, la calidad del producto marcará la diferencia. Un buen ron cubano, una ginebra Premium, ¡tú decides! Posteriormente, elige un modificador, que puede ser un refresco, zumo, jarabes o frutas. Por último, añade un pequeño toque de sabor y aroma, unas gotas de algún licor pueden ser la clave.

Si quieres parecer todo un profesional necesitarás copas anchas para servir tu creación y algunos detalles que distintivos y originales. No te olvides de los cítricos como el limón, la naranja o la lima, dependiendo de la mezcla, y arriesga añadiendo algunos botánicos como canela, pimienta o cardamomo. Estos elementos añadirán sabor y aroma pero ¡no te pases, no queremos hacer una ensalada!

Ahora te toca a ti practicar, practicar y practicar hasta conseguir la mezcla perfecta. Recuerda que menos es siempre más y que todos los elementos deben estar en su justa medida. Tienes que conseguir que tu receptor consiga percibir nuevos sabores y sensaciones que lo transporten a lugares lejanos.

 

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