08 Jul ¿Qué defectos puedo encontrar en un vino?
El vino es la bebida favorita de muchas personas, entre las que nos contamos, pero todos sabemos que también puede sufrir ciertos defectos. A lo largo de siglo XX se han realizado diversas investigaciones que permitieron identificar qué enfermedades pueden desarrollar los vinos y cuáles son sus causas. En su mayoría se deben a microorganismos, y pueden suponer un problema a la hora de garantizar la calidad en la elaboración y conservación de este líquido tan preciado.
Defectos del vino: Causas y consecuencias
Cultivo en una zona inapropiada
Tanto el clima, como el tipo de suelo y el emplazamiento, afectan significativamente al desarrollo de un viñedo. Una mala elección de la variedad de uva en función del terreno o del clima, o una plantación inadecuada, se traduce, en la mayoría de las ocasiones, en defectos en las uvas que se trasladan directamente al vino, perjudicando gravemente a su calidad.
Una mala vendimia
Realizar una mala cosecha de la uva puede resultar muy contraproducente en lo que al sabor del vino se refiere. Entre los errores que se pueden cometer durante la vendimia está, por ejemplo, elegir mal el momento de la misma. En caso de hacerlo de forma precipitada las uvas serán ácidas; por el contrario, si se retrasa, estas pueden perder sabor y aroma. Otro descuido habitual durante la vendimia es una recogida poco meticulosa. Si las uvas se estrujan o se rompen por una recolección brusca, se provocará una fermentación precoz dentro de las cajas.
Una elaboración errónea
Hasta hace poco tiempo, debido a la precariedad de materiales y procesos que existían, era uno de los principales errores que provocaban defectos en el vino. Aunque ahora los sistemas de elaboración han mejorado considerablemente, no es una garantía de que estos errores no se sigan cometiendo en algunas ocasiones. Entre los más habituales se encuentran:
- Picado o agrio, se caracteriza por el olor a vinagre y es el defecto más común en los vinos. Habitualmente es provocado por almacenar el producto en una bodega sin humedad. Como consecuencia, el corcho se seca y permite la entrada de oxígeno.
- La oxidación o maderización, provocada por un contacto del vino con el oxígeno demasiado prolongado que se traduce en un sabor plano y aromas débiles.
- Tufos de reducción, procedentes de la reducción que realiza el vino en la botella, en ocasiones puede provocar olores desagradables. Suele darse, sobre todo, en vinos viejos, con mucho tiempo en botella, aunque mediante la decantación o la oxigenación pueden recuperarse.
- Azufrado, procedente de elementos habituales para su elaboración, como el anhídrido sulfuroso o el ácido sulfhídrico. Provocan olores desagradables, y en la mayoría de las ocasiones el vino es irrecuperable.
- Olor a corcho, que se origina cuando los hongos y las bacterias anidan en las grietas del corcho que cierra el vino y provocan la aparición del moho. Resulta casi imposible eliminar ese olor y se produce, sobre todo, en los vinos de menos graduación.
- Las burbujas de segunda fermentación apenas son perceptibles a la vista, no obstante, se notan en la boca. Se originan cuando en el interior de la botella se producen pequeñas fermentaciones y el gas no es liberado.
Defectos de origen químico o biológico
Entre las muchas causas que pueden provocar defectos en el vino, una de ellas son las alteraciones químicas o enfermedades de origen microbiano. La quiebra parda, manila, quiebra férrica o el amargor, son algunas de las enfermedades provocadas por estas alteraciones químicas. Un vino con este tipo de defectos suele presentar un aspecto turbio, viscoso, con aromas químicos desagradables y un saber agrio.
Conservación incorrecta
Tanto en la bodega de origen, como en la vivienda del comprador, unas condiciones de conservación erróneas pueden perjudicar gravemente un vino. La temperatura, la humedad, los olores o una manipulación brusca son factores que pueden afectar negativamente a los aromas y sabores.
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